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La dictadura neoliberal

Bignone asumió el 1 de julio de 1982 un país con una profunda crisis política, pero también económica. Desde el primer momento afirmó que sería el último de los gobernantes de facto. El descrédito era grande, las denuncias sobre violaciones de derechos humanos se multiplicaban. Y, como telón de fondo, una grave recesión.

Malvinas fue el punto de inflexión. Sin embargo, el régimen comenzó a resquebrajarse a principios de los ’80, cuando la burbuja económica explotó. El ciclo del endeudamiento externo se cortó al cambiar el contexto mundial, las cuentas no cerraban y la producción se retraía. La devaluación mensual, pautada por la famosa ‘tablita’ de Martínez de Hoz –Ministro de Economía entre 1976 y 1981–, no alcanzaba para frenar la inflación. La industria nacional no podía competir con los importados, que habían entrado masivamente desde el ’76. El desempleo alcanzó los niveles más altos de los últimos 50 años.

El principio del fin

En 1982, Domingo Cavallo daba sus primeros y memorables pasos en la administración pública. Como presidente del Banco Central diseñó un programa de reactivación: fijó la tasa de interés por debajo de la inflación, con lo que pretendía frenar el crecimiento de los pasivos privados, es decir, ni más ni menos, que el Estado subvencionaba las deudas de las empresas privadas. El precio fue alto. La inflación llegó al 345%, los intereses de la deuda externa pasaron a representar el 40% del PBI nacional (antes eran el 8%) y el déficit presupuestario un 16,8%. Dos meses después de asumir, el Ministro de Economía Dagnino Pastore y el propio Cavallo presentaban su renuncia. 

El nuevo ministro, Jorge Wehbe, logró negociar una moratoria de para la deuda externa con FMI . Gracias a esto, la economía se estabilizó e incluso hubo un tímido crecimiento. La soga el cuello comenzaba a aflojarse, pero el daño producido por Cavallo ya estaba hecho y sus consecuencias serían perdurables. 

Para los militares, llegaba el momento de hacer las valijas. Gracias a las medidas tomadas una buena parte del sector empresarial se había salvado de la bancarrota. Por otra parte, el gobierno se mostraba permeable a los reclamos sindicales. Las aguas se calmaron y, en líneas generales, los dirigentes políticos no cuestionaron la política adoptadas. La economía ocupó un lugar secundario en la campaña electoral. En el discurso imperante, con Alfonsín a la cabeza, se asociaba el mal absoluto con la ‘patria financiera’: aquellos que se habían enriquecido a costa del pueblo. Bastaría con la democracia y una revisión de alianzas entre Estado y privados, para sacar al país adelante. 

Años de políticas económicas neoliberales dejarían como herencia una pesada carga para los próximos gobiernos democráticos: una deuda externa cuatro veces más grande que en 1976, una industria arruinada y una matriz económica profundamente regresiva.

Cuarto Round: la economía en tiempos de Bignone
Pan y circo

Los trabajadores volvieron a ganar las calles en protesta (Ver: sindicalismo). Videla tuvo que renunciar por su incapacidad de controlar la crisis, en 1981. Viola, que le siguió en el cargo, no llegó a los nueve meses. El 30 de marzo de 1982 se produjo una masiva movilización de trabajadores pidiendo ‘Pan, Paz y Trabajo’. La respuesta de Galtieri, quien había sucedido a Viola, fue una violenta represión y su demencial aventura militar en Malvinas.

¿Querés saber más sobre la economía durante la dictadura? Mirá este documental de Aldo Ferrer y Marcelo Rougier 

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